A veces la gente no pueden evitar hacer el comentario que observan que con frecuencia me visto de rojo. Algunos lo hacen desde una desafortunada lectura nacionalista. Adopté el vestir con prendas de color rojo, naranja o rosado al morir mi madre. Dora se fue inesperadamente una noche de agosto del 2017. Hay varias razones por las cuales este duelo ha sido tan difícil, entre otras, por haber estado lejos de ella en el momento de su fallecimiento. Para mí, vestir de rojo es una acción con un objetivo preciso: convocar a la vida, reforzar la voluntad de querer seguir en este mundo, es una manifestación del deseo de sobrepasar el dolor de las pérdidas afectivas. No soy fan de nacionalismos. Desconfía de las fronteras políticas y de las jerarquías sociales. Lo que me hincha el corazón es la gente y sus logros, sus desafíos personales y colectivos, su capacidad de sorprenderme con sus «flores buenas».
Esta acuarela la hice un año después que Dora se fuera, durante la residencia «30 jours en juin, assignation à résidence». Al ver la imagen terminada entendí que el duelo de la madre era un nuevo parto de una misma. Estaba naciendo. También sobreviviría esta vez. Varias mujeres estuvieron cerca y me acompañaron en este proceso con paciencia y escucha. Mi agradecimiento a cada una de ellas.
*Las « flores buenas » o los olmos que dan peras.